A la espera de saber si finalmente ómicron, por producir síntomas más leves que otras variantes, evitará las saturaciones en hospitales, parece claro que un objetivo para 2022 debería ser el de vacunar al mundo. Algo que, más allá de la solidaridad, tendría repercusiones directas sobre la economía española, ya que impulsaría la recuperación del turismo y fomentaría el gasto del ahorro acumulado por las restricciones durante la pandemia, como bien apuntan desde el think tank del Real Instituto Elcano.

¿Nos dirigimos al desastre económico?
Otro gran protagonista en 2022, en parte ligado también a la pandemia, será la inflación. ¿Se tornará en estructural o irá remitiendo a lo largo de 2022? Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, se mostraba optimista con lo segundo en una entrevista hace unos días. Optimismo también compartido por el BCE, que ha sugerido que, salvo extrañas circunstancias, no subir los tipos en 2022; algo que sí que ha anunciado ya la Reserva Federal de Estados Unidos y que ya ha hecho el Banco de Inglaterra.
Por último, un pilar importante de esta recuperación en 2022 será el aprovechamiento de los fondos europeos (NGEU). España recibió 19 mil millones de euros en 2021, y espera conseguir otros 50 mil hasta 2023. Por supuesto, no será un camino fácil. Existe la posibilidad de no lograr absorber estos fondos por deficiencias administrativas (como ya ha ocurrido en el pasado) o por falta de acuerdo sobre las reformas pactadas con la Comisión Europea. De hecho, en 2022 se espera que se discutan la reforma laboral y de pensiones, lo que sería la primera gran prueba de fuego. Pero de nada sirve tampoco ponerse la venda antes que la herida, y está claro que estas ayudas, dirigidas no solo a reparar los daños más inmediatos de la pandemia, sino también a inversiones en digitalización o transición energética, podrían ser la llave de la mejora de la productividad española y, así, del aumento de su potencial de crecimiento.