Las empresas «Baby Friendly» son aquellas organizaciones que promueven y brindan un entorno de trabajo favorable para los empleados que son padres o cuidadores de bebés. Estas empresas reconocen las necesidades de sus empleados y buscan proporcionar políticas y prácticas laborales que les permitan equilibrar sus responsabilidades familiares con su carrera profesional.
Algunas características comunes de las empresas «Baby Friendly» pueden incluir:
- Licencia de maternidad y paternidad extendida: Ofrecen períodos de licencia parental más largos que los requeridos por la ley, lo que permite a los padres pasar más tiempo con sus bebés.
- Flexibilidad laboral: Proporcionan horarios de trabajo flexibles o la opción de trabajo remoto para que los empleados puedan acomodar las necesidades de cuidado de sus hijos.
- Espacios para la lactancia materna: Ofrecen áreas privadas y equipadas para que las madres puedan extraer y almacenar leche materna durante su jornada laboral.
- Servicios de cuidado infantil: Pueden proporcionar opciones de cuidado infantil en el lugar de trabajo o asociarse con centros de cuidado infantil cercanos para facilitar el acceso de los empleados a servicios confiables de cuidado infantil.
- Apoyo emocional y recursos: Ofrecen programas de apoyo y recursos para ayudar a los padres a enfrentar los desafíos relacionados con el cuidado de los bebés, como asesoramiento parental, grupos de apoyo o acceso a información relevante sobre crianza.
- Políticas de retorno al trabajo gradual: Permiten a los empleados que regresan de la licencia de maternidad o paternidad volver a trabajar de manera gradual, adaptándose a sus necesidades y facilitando la transición de regreso al entorno laboral.
Esta tendencia en las empresas es cada vez mayor a ofrecer un modelo mixto entre presencialidad y remoto, debido a las exigencias de los propios trabajadores. De esta manera, el sello Baby Friendly comienza a ser un «must» en las empresas para la atracción y retención de talento, una tarea pendiente en nuestro país y su ya conocida «fuga de cerebros», un mal que el sistema de pensiones pide erradicar más pronto que tarde si no quiere ver peligrar su viabilidad.