La concesión de crédito a empresas cae a mínimos históricos. La banca que opera en nuestro país dio el año pasado en financiación a compañías 299.367 millones de euros, un volumen un 16% inferior al otorgado en el año previo y situándose por primera vez desde que el Banco de España recopila estadísticas por debajo del umbral de los 300.000 millones de euros.
La demanda de crédito de las compañías durante el ejercicio pasado se frenó ante el acopio de liquidez que hicieron durante la pandemia, especialmente a través de los avales ICO, y también por la menor inversión realizada ante la falta de recuperación de la actividad previa a la crisis sanitaria. La subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, reconocía ayer que durante el ejercicio pasado el volumen de crédito de las entidades españolas se mantuvo estable gracias a la financiación dada a las familias, especialmente para la compra de vivienda, no por la parte de las empresas. De hecho, durante su intervención en la presentación del informe Unión Bancaria, un clima de cambio, elaborado por PwC, señaló que se ha incrementado de forma relevante tanto el crédito refinanciado por parte de las empresas como el de vigilancia especial (es decir, aquel que tiene probabilidades de entrar en impago en el futuro).
La falta de la recuperación de la actividad que tenían empresas y pymes antes de la pandemia, tal y como apuntan las principales patronales como la CEOE o Cepyme, así como las asociaciones de autónomos como ATA y AUTAE, llevó a solicitar periodos de carencia de los ICO para poder asumir la devolución de la deuda. Esos plazos en los que los empresarios pagan solamente los intereses y no el principal debían comenzar a expirar este mes de abril. El 80% del importe total de los préstamos vencía en el segundo trimestre y el 6% en el tercer trimestre.
Sin embargo, el Consejo de Ministros aprobó ayer extender seis meses más los periodos de carencia, escuchando a patronales y asociaciones que llevaban meses reclamando una ampliación. A la falta de recuperación de la actividad precrisis se le ha sumado ahora los efectos económicos de la guerra entre Rusia y Ucrania. Según la subgobernadora, las empresas tienen que afrontar ahora unos mayores costes por el incremento del precio de las materias primas y también de la energía.
La débil situación por la que pasa el tejido empresarial español también se refleja en el incremento de las refinanciaciones de créditos. Tan solo durante el año pasado se elevaron un 50% más frente al ejercicio previo, con 31.500 millones de euros refinanciados, la cifra más alta en los últimos seis años.
El Banco de España ya lanza un mensaje de «prudencia» a la banca ante la delicada situación por la que pasan las compañías: hay que estar vigilante en la evolución de los préstamos, especialmente cuando empiecen a vencer las carencias de los créditos avalados por el Estado.
La otra cara del alza de tipos
El Banco Central Europeo (BCE) ya ha abierto la puerta a nuevos movimientos en la política monetaria para corregir la inflación (prevé que pueda superar el 7% en el peor de los escenarios) y que podría traducirse en un alza de los tipos de interés de cara a final de año.
Desde el organismo supervisor nacional apuntan a que una subida de los tipos de interés traerá partes buenas y no tan buenas. De un lado, supondrá una bombona de oxígeno para los márgenes de intereses de la banca, ya que verán mejorar sus ingresos, después de seis años con tasas negativas. Sin embargo, de otro, supondrá un mayor coste financiero para empresas y familias, lo que puede traer un incremento de la morosidad. Así, el mensaje del Banco de España para la banca ante el actual escenario de una inflación creciente y un menor crecimiento de la economía por el conflicto bélico (que también puede impactar en la confianza de los usuarios reduciendo el consumo) es prudencia tanto en la gestión de la cartera de crédito como en materia de provisiones.
(Fuente: El Economista)