Decir que la capacidad de adaptación al entorno digital de Pymes y Grandes Empresas es el parámetro que mide y delimita el crecimiento de las empresas parece obvio. Sobre todo, tras la significativa revolución digital forzada, como consecuencia de la crisis de la covid-19.
Sin embargo, el acento sobre la repercusión que tiene la digitalización en el crecimiento de las empresas nunca había sido tan evidente, como tras la apuesta del Gobierno por la implantación definitiva y obligatoria de la factura electrónica, con la aprobación de la Ley de Creación y Crecimiento Empresas, comúnmente conocida como Ley Crea y Crece.
La Ley Crea y Crece introduce por primera vez en nuestro país la obligatoriedad del uso de la factura electrónica en las relaciones comerciales entre empresas y autónomos, con el fin de impulsar el emprendimiento y crecimiento empresarial, mejorando el clima de las transacciones mercantiles.
De esta forma, esta normativa trata de convertir la factura electrónica en el eje, en torno al cual, se puedan introducir procesos de digitalización eficientes en las empresas, focalizados en la mejora del trabajo de las personas. Eficiencia en el trabajo personal, que desencadenará mejoras competitivas en las empresas.
Otro cometido de esta Ley es la lucha contra los casos de morosidad que tanto obstaculiza el desarrollo de los negocios en nuestro país.
El uso de la factura electrónica supondrá una revolución que facilitará y mejorará los plazos de cobros de las ventas a crédito. Tener trazabilidad completa de la factura, conocer su evolución tras la remisión al cliente y recibir notificación de la fecha de cobro, son los sueños de cualquier empresario y que pueden materializarse con el uso adecuado de la factura electrónica.
La Ley Crea y Crece también contempla la creación de un Observatorio Estatal de la Morosidad Empresarial, que permitirá poner en valor a las empresas que pagan a tiempo a sus proveedores.
En definitiva, la digitalización basada en la factura electrónica es una oportunidad única para que las empresas evolucionen hacia mejores términos de sostenibilidad, ahorro económico y eficiencia, dejando atrás lastres históricos, como la morosidad comercial, asociada a obsoletos procesos de facturación.
(Fuente: El Economista)